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Pueblo de Arraiján dueño de sus Fiestas, dueño de su Folklore

Los Hechos

La alcaldesa del Distrito de Arraiján tomó la decisión de trasladar la celebración del aniversario del Distrito, que tradicionalmente se llevaba a cabo en la cabecera de Arraiján, hacia el corregimiento de Vacamonte. Ante el malestar generado en la comunidad de Arraiján Cabecera, la representante del corregimiento, Noris Quintero, decidió escuchar a su pueblo y permitió que, aunque la celebración principal se realizara en otro corregimiento, los residentes de la cabecera pudieran llevar a cabo su propia festividad. Esta iniciativa recibió el respaldo de miembros del Concejo Municipal de Arraiján, quienes aceptaron apoyar ambas celebraciones sin oponerse al cambio propuesto por la alcaldesa. No obstante, en un acto que generó controversia, la alcaldesa envió una nota a la Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre, informando que la única actividad oficial era la programada en Vacamonte y que la celebración en Arraiján Cabecera no estaba autorizada, desconociendo así la autoridad de la representante del corregimiento.

Nuestro Criterio

Existe una verdad incuestionable: el folklore es la esencia viva de nuestro pueblo. Nuestras tradiciones, costumbres y festividades son mucho más que simples eventos. Son la expresión más pura de nuestra identidad cultural, la conexión entre generaciones y la memoria de quienes nos precedieron. Por eso, cualquier intento de alterar, imponer o desvirtuar estas manifestaciones atenta directamente contra nuestro derecho a preservar lo que es, por definición, nuestro.

Hoy, lamentablemente, enfrentamos una situación en la que se pretende cambiar el lugar tradicional de celebración del aniversario de nuestra comunidad de Arraiján, con excusas que incluyen la movilidad, la amplitud y la seguridad. Si bien es cierto que estos factores son importantes, no debemos olvidar que el folklore, como lo reconoce nuestra Constitución en su Artículo 87, debe ser superior a cualquier justificación que amenace su conservación.

Prohibir que una comunidad celebre su aniversario en el lugar que ha sido testigo de generaciones de festejos, donde se han tejido los lazos de identidad que los unen, es una afrenta a sus tradiciones. Es más que un cambio de ubicación, es un intento de desarraigar al pueblo de su propia historia.

La Ley N° 4 de 1988 establece la importancia de fomentar nuestras expresiones folklóricas desde las aulas, pero esto no basta si no defendemos también su continuidad en nuestras calles, en nuestros espacios y en nuestras celebraciones. El folklore, que nace del pueblo, no puede ser dictado por una autoridad que ignora su esencia. Es el pueblo quien decide cómo y dónde vive su cultura, porque el poder que ejercen los gobernantes, como bien sabemos, emana del mismo pueblo.

Por lo tanto, no podemos aceptar que decisiones impuestas desde el poder alteren nuestras celebraciones. Si permitimos que excusas externas se impongan sobre nuestras tradiciones, corremos el riesgo de perder aquello que nos define y que nos diferencia. Defender nuestras festividades y su lugar tradicional es defender la integridad de nuestro folclore y la soberanía de nuestras costumbres.

Hago un llamado a nuestras autoridades para que recuerden que su mandato no es imponernos reglas que socaven nuestras raíces, sino apoyarnos en la preservación de aquello que nos hace únicos. Como pueblo, tenemos el derecho y el deber de defender nuestras tradiciones, y juntos, debemos mantener vivo nuestro folclore, porque en él reside nuestra verdadera fuerza como comunidad.

Cabe señalar que este no es un llamado a la insurgencia ni mucho menos a desconocer a nuestras autoridades. Es simplemente un recordatorio para quienes nos gobiernan de a quién realmente se deben y lo importante que es mantener siempre presente el sentir de la comunidad. Las autoridades son representantes del pueblo, y es vital recordar que las decisiones que afectan nuestras tradiciones y nuestro folclore deben ser tomadas con el consentimiento y en beneficio de aquellos a quienes representan.

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