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El Legado Inmortal de Norma Testa: Preservando Nuestras Raíces y Tradiciones con Pasión y Sabiduría

En el vibrante escenario del 65° Festival Nacional de la Pollera, una figura sobresaliente iluminó la velada con su presencia: la profesora Norma H. de Testa, una mujer cuyo legado ha tejido con maestría una invaluable contribución al patrimonio cultural, enalteciendo nuestras queridas tradiciones y folclore, alzándose como un imponente bastión de nuestra identidad nacional.

El inolvidable tributo a esta destacada figura tuvo lugar el 22 de julio en el majestuoso Auditorio de Las Tablas. Frente a un auditorio colmado por más de 250 empolleradas, cuyos elegantes atuendos honraban el trabajo minucioso de las artesanas, el Ministerio de Cultura (MiCultura) hizo entrega del merecido homenaje. Fue un momento de emotividad y respeto, pues todos reconocían el valor inigualable de Norma Testa en la preservación de nuestras raíces.

La ministra de Cultura, Giselle González Villarrué, no escatimó palabras para ensalzar la figura de Doña Norma y el legado que había forjado para las nuevas generaciones. La constancia de los organizadores y del pueblo tableño, que habían convertido este festival en un evento ansiado y disfrutado tanto por nacionales como extranjeros, también fue objeto de elogio en su discurso.

“Es crucial asegurar que estos conocimientos sean transmitidos y fortalecidos para las generaciones venideras, quienes no solo tendrán la responsabilidad de lucir con orgullo la pollera, sino también de confeccionarla”, afirmó González Villarrué, consciente de que la labor de Norma trascendería en manos de aquellos a quienes enseñó.

Con un sentimiento de profundo orgullo y gratitud, Norma Hegenbarth de Testa agradeció el reconocimiento. Su legado, como ella misma expresó, se cimentó en educar a artesanas y personas acerca del uso correcto del vestido nacional santeño. Anhelaba, con el deseo de vivir muchos años más, continuar guiando a los artesanos en la confección y el respeto por la tradición que tanto amaba.

Detrás de esta mujer extraordinaria se escondían más de 70 años dedicados al área folclórica. Licenciada en Biología y Química por la Universidad de Panamá, Norma poseía una versatilidad única. A lo largo de su vida, dirigía con maestría diversos grupos folclóricos en instituciones y ministerios, dejando una huella imborrable en cada lugar que tocaba.

Fundadora del icónico grupo Canajagua en 1971, Norma transmitió durante años a la juventud la riqueza de nuestra música, bailes y, especialmente, el vestuario típico de Las Tablas. Su legado también se extendió por las aulas del Instituto Panameño de Rehabilitación Especial (IPHE) y el colegio Richard Neuman, donde fue directora y subdirectora.

La faceta de escritora de Norma brillaba con luz propia. Entre sus obras, destacaban títulos como “Muestrario Folclórico,” “Costumbres y Tradiciones Tableñas,” e “Instructivo Uso y Confección de los Vestidos Típicos Panameños y sus Complementos.” En ese momento, se encontraba inmersa en la creación de un libro sobre Coplas, una prueba más de su incansable amor por la cultura y el folclore.

La creatividad de Norma no tenía límites, y su talento también se manifestaba en composiciones musicales que resonaban en el corazón de la nación. “Danzón Cumbia,” “Homenaje a Santa Librada,” “Los Chances y Billetes de Lotería Nacional,” “Tamborera,” y un punto dedicado a su hija Norma Epigenia Testa eran solo algunas de las melodías que brotaban de su alma.

El Festival Nacional de la Pollera, evento icónico establecido en 1957 por el Club de Leones de Las Tablas, cobraba vida cada año para exaltar el traje nacional de Panamá. Su objetivo primordial era promover el uso correcto de la pollera y resaltar el arduo trabajo de los talentosos artesanos que perpetuaban la tradición.

Norma Testa, una leyenda viviente, se había convertido en una chispa eterna que avivaba el fuego de nuestras tradiciones y el folclore. Su dedicación, sabiduría y pasión continuaban inspirando a las nuevas generaciones, asegurando que el legado de nuestra identidad cultural perdurara a través del tiempo. Su historia se entrelazaba con la de toda una nación, donde el hilo de la tradición, tejido por manos laboriosas como las suyas, se mantenía inquebrantable, nutriendo el alma de Panamá.